una
muñeca de verdad,
ni
de porcelana
ni
de plástico.
Nunca
tuvo
tacitas
de té de verdad,
como
tampoco tuvo
amigas
en el campo.
Su
muñeca
era
un corazón de trapo
y
un alma de hilos,
que
le cosía su mamá.
Sus
tacitas de té
eran
latitas vacías
de
sardinas y tomates,
que
a nadie le servían.
No hay comentarios:
Publicar un comentario