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viernes, 7 de noviembre de 2014

Las Flores del Almendro

Por Horacio Agustín Walter

La historia de los Alemanes del Volga que inició Horacio Agustín Walter con su novela histórica Los Senderos del Wolga se continúa con Las flores del almendro que se encuentra disponible para los lectores.

En esta oportunidad  Gaspar hurgará en los sucesos históricos que han marcado la vida de los Alemanes del Volga que han permanecido en tierra rusa. A partir de la marcha de los familiares en 1878 hacia Argentina, muchas familias se quedaron en sus pequeñas tierras y en las aldeas en una y otra ribera del río. ¿Imposibilidad de viajar? ¿Miedos de emprender una nueva inmigración? ¿Agotamiento de las esperanzas? Son las preguntas constantes de este libro, que se hace Gaspar mientras va desempolvando los registros de su genealogía en Rusia y releva los principales hechos históricos que sucedieron a partir de ese punto de inflexión que fue la despedida de las familias.  Son los temas de la rusificación que finalizan con los privilegios de la Zarina Katherina la Grande de Rusia, la primera guerra mundial y sus efectos, la revolución bolchevique en 1917 con su gran carga de ateísmo que doblega la fe de los volguenses.
No queda fuera la hambruna de los años veinte y la constitución de la República Soviética Autónoma de los Alemanes del Volga a partir de 1923 y hasta el momento en que Hitler ataca a Rusia con casi cuatro millones de soldados en junio de 1941.
El tema más fuerte que le toca vivir a Gaspar y que lo hace personalmente en un viaje al Río Wolga es analizar los hechos y las consecuencias del genocidio volguense a partir de la deportación a Siberia en 1941, luego del ataque nazi. La matanza cruel de la población y la pérdida de la identidad de los pocos sobrevivientes marcará un hecho doloroso para la comunidad volguense que aún hoy se resiste a olvidar.
En el entramado de la novela, el autor de Las Flores del Almendro  revisará la necesidad de recuperar la identidad volguense en toda su magnitud, recogiendo  la influencia alemana y también aquellos que forman parte de la estadía de más de cien años en tierra rusa.  El almendro es la manifestación  de la esperanza que las familias volguenses llevaron durante todo el proceso de migración narrado en Los Senderos… Hay flores marchitas por el olvido de la identidad, hay flores secas por la violencia que ha sufrido la comunidad volguense, no sólo en Rusia, sino también en Argentina, donde aparecen algunos apellidos de la comunidad entrerriana, víctimas de la dictadura. Por sobre todas las cosas, son las flores blancas y brillantes, a fines del invierno, que renuevan la esperanza para que este pueblo peregrino sobreviva.
Una cita al principio del libro, de Hanna Arendt,  marca la intencionalidad de no acostumbrarnos a la violencia que impone la sociedad haciéndonos creer que ésta es banal y presente en forma natural en cada cosa y en cada lugar. De ahí que, al descubrir una historia dentro de otras y más dentro de éstas (la imagen de la matrioska en la tapa del libro), la memoria del pueblo se nutre de la esperanza como mejor fuente de poder frente al olvido.

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