Por Ricardo Falk
Siempre
hay un mañana y un ayer. Siempre una despedida y un volver. Y es la misma
historia que a menudo se repite de querer volver. Vuelven las estaciones del
año y con ellas su acontecer; vuelve el huerto a florecer, el fruto a crecer y
las hojas a caer. Y en un atardecer encendido, regresan las aves a su nido, a
dar calor y abrigo, y a sus polluelos proteger. Y nosotros: para bien, o para
mal, siempre queremos volver, adonde quedó enterrado el cordón umbilical.
Y qué sucede cuando volvemos al sitio anhelado? Entonces nos damos cuenta, que
la mente nos ha traicionado; que nada es lo mismo, que todo ha cambiado; que
aquel ambiente antes nuestro y halagüeño, ahora es ajeno, tiene otro dueño. Que
ya no existe aquel humilde hogar donde un día todo fuera: luz y alegría, y hoy,
aquel paraje triste, solo semeja una tumba fría. Entonces nuestros ojos
entristecen, al ver el solar baldío donde triste canta un grillo, y unas
hierbas crecen. Y qué nos queda entonces? Solamente volver de nuevo, al exilio
voluntario, a voltear las hojas del calendario, y a esperar: que una fría
mañana, o- un lluvioso atardecer, tengamos que emprender -el viaje del no
volver- Amigo mío, la vida es un laberinto: es sueño, es ilusión y es misterio.
"La
gente se cambia de país porque la ansiedad la acaba desgastando. Porque le
corroe la sensación de que por mucho que trabaje, sus esfuerzos serán
infructuosos, y que lo que ha construido durante un año será derribado por
otros en un solo día. Porque ven un futuro atascado y aunque ellos tal vez
salgan ilesos, sus hijos no. Porque creen que nada va a cambiar, que la
felicidad y la prosperidad no son alcanzables sino en otro lugar."
En
todas las palabras, nuestra palabra anda. En todas las luces brilla nuestra
pequeña luz, nuestra esperanza. Del color de la tierra somos. Del color de la
tierra es la hora y el mañana. Es la hora de la dignidad, la hora del puente
que es también ventana. Es la hora de ver y vernos, sin vergüenza ni temor. Es
la hora de luchar por la dignidad del color de la tierra y la esperanza.
¡Salud
hermanos y hermanas de todos los colores! ¡Que viva siempre el color de la
tierra que somos!
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