Nuestros abuelos
leían un texto que enseñaba: “La naturaleza que nos rodea es avara con el
indolente y mortífera con el ocioso. Sólo es generosa con el que trabaja,
porque el trabajo es necesario para la vida y para el progreso de la sociedad”.
También sostenía
que: “Todas las leyes condenan el ocio, que la sabiduría popular llamó padre de todos los vicios.
“Sin el trabajo
el hombre consume la riqueza de los demás y se consume a sí mismo.
“Toda la ciencia
de la felicidad se halla comprendida en una sola palabra: trabajo. La vida desocupada es siempre infeliz.
Indudablemente
el reposo es agradable pero para aquellos
que han trabajado. Para los demás, el reposo es un verdadero castigo”.
Sin lugar a
dudas que nuestros abuelos trabajaron e hicieron del trabajo una lección de
vida que debemos continuar y perpetuar. Honremos su ejemplo trabajando
diariamente con honestidad y alegría.