Rescata

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viernes, 23 de diciembre de 2011

Recuerdo las navidades de mi infancia


 Por Jesús Carpio

Recuerdo aquellas navidades, sin arbolito ni grandes comilonas a las 12 de la noche. Mis hermanos y yo, nunca esperábamos regalos ostentosos, solo algún que otro juque, que nos iluminara los ojos, pero sobre todo el alma.
Era todo lo que la economía de papá podía comprar. Más, a cambio de aquellos regalos que asombran la inocencia de los niños de hoy, los niños de ayer, o por lo menos los niños de aquel ayer, nos contentábamos realmente con poco.
Una bengala encendida antes de las 12, un emocionado: "¡Ya nació el niño Dios!", la alegría en los ojos de mamá...
¿Era necesario pedir más? 
Nosotros los niños, nunca esperábamos las 12 de la noche despiertos, la tradición de todos en casa era que nos fuéramos a dormir mucho antes, con la promesa: "mañana al despertar verán lo que el niño les ha traído".
Así, prestos nos íbamos a dormir, pensando en maravillas, preciosas maravillas de las que sólo pueden imaginar los niños en Nochebuena.
Al amanecer, ni bien nos revolvíamos en nuestras camas con los primeros albores del nuevo día... ¡Oh sorpresa! ¡Si! ¡Era verdad! ¡El niño ha llegado hasta nosotros y nos ha dejado sobre la cama... hermosos regalos!
¡Cómo no recordar esas emociones! ¡Cómo olvidar aquel sonido mágico del juguete dentro de aquel papel multicolor!
Recuerdo las navidades de mi infancia, algo lejanas en el tiempo, pero sin duda alguna, nada lejanas para el corazón.
Seguro que tampoco lo son para tu corazón...