Por Cintia Wendler
Revista Raíces Alemanas
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“Yo soy el alma de una
raza nueva...
Es muy larga mi historia...
Es inmenso el poema
que los nietos y abuelos de mi raza
tejieron con su sangre y con sus
lágrimas...”
Con estas letras claras y sencillas de Mons. Enrique Rau, me permito
dirigir mis felicitaciones al periódico cultural Hilando Recuerdos, que
desde hace 5 años viene trabajando con énfasis en el rescate cultural
permitiéndose convocar a los hijos de esta raza, pretendiendo modestamente
despertar la conciencia de todos los descendientes de nuestro pueblo y
cautivar, especialmente en los jóvenes, la memoria sobre nuestra heroica historia
que supieron escribir nuestros mayores con esfuerzo y valor.
La memoria guarda el pasado, nutre el presente y sustenta el futuro.
Nuestro pasado se escribió con mucho coraje. Es mérito suficiente para
revalorizar.
Con el comienzo de este nuevo siglo tenemos el desafío de buscar con creatividad los caminos que nos permitan conocer, conservar y transmitir las enseñanzas de nuestros ancestros, que ayude al hombre a desarrollar su conciencia histórica, que asuma el tiempo en que vive y tenga un profundo sentido de pertenencia a su historia y a su cultura.
Con el comienzo de este nuevo siglo tenemos el desafío de buscar con creatividad los caminos que nos permitan conocer, conservar y transmitir las enseñanzas de nuestros ancestros, que ayude al hombre a desarrollar su conciencia histórica, que asuma el tiempo en que vive y tenga un profundo sentido de pertenencia a su historia y a su cultura.
Hilando Recuerdos es un claro ejemplo, que ya lleva 5 años transmitiendo,
especialmente a las nuevas generaciones de jóvenes descendientes de
Alemanes del Volga, en un momento en el que se les ofrece la propuesta de vivir
el instante para lograr el mayor bienestar presente, sin valores que lo
sustenten. Felicito a sus responsables por transmitir especialmente a los
jóvenes la convicción de que esta tradición no se reduce al gozo ni al dolor del
“hoy” sino que tiene sus raíces en un ayer y se abre en un mañana, a pesar de
los horizontes que parecen cerrarse, pues una juventud sin raíces no puede
desplegar sus alas.
Quiero homenajear y agradecer con estas palabras a Julio César Melchior
que ha plasmado un espacio para nuestros orígenes, para difundirlos y darles
vida a través de los recuerdos que surgen en quienes disfrutamos mensualmente
de sus publicaciones; que continúe con la loable tarea de transmitirlos
en libros, periódicos y el espacio informático. E incitarlo a seguir tras las
huellas de nuestro querido pasado.
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