Por Jorge Piaggio
Director
Revista La Mitad
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En épocas en
que los calificativos vuelan casi siempre sin sentido, desmesuradamente y con
liviandad, me animo a enfatizar, con la certeza de no estar equivocado, que
Julio César Melchior es nuestro gran historiador y que ‘Hilando Recuerdos’ es
una obra de tal trascendencia que sólo con el tiempo las nuevas generaciones alcanzarán
a comprender su magnitud.
Es que en
comunidades chicas como la nuestra es común que todos nos hagamos eco
equivocadamente de aquella costumbre de creer que no puede ser famoso o bueno
quien vive en la cuadra de la casa de nuestros viejos.
Pero hay que
sentarse a pensar y comprender que la historia de gran parte de nuestro pueblo
sólo podrá ser reconstruida por el trabajo de hormiga de personas como Julio
César y de su periódico, que incansablemente y con un esfuerzo que generalmente
no es bien recompensado desde ningún ángulo, no cejan en su vocación de
transmitirle a las generaciones venideras los acontecimientos del pasado.
Y la
importancia de esa tarea merece ser rescatada, pero fundamentalmente
revalorizada, ya que nos permite asentar las bases para pensar en futuro que
obligadamente no puede ignorar lo sucedido.
Una vez
escuché – y adopté la frase – que para poder volar hay que tener raíces y Julio
César nos ayuda con su trabajo a que eso sea posible. Su rescate de costumbres,
historias, anécdotas, vivencias es importantísimo y nos permitirá a nosotros, y
a quienes vengan detrás, saber quiénes eran, cómo eran y de qué manera vivían
aquellos heroicos colonos llegados desde las heladas estepas rusas. Y será
entonces posible levantar vuelo como pueblo, con la seguridad de que las raíces
serán sólidas.
De todos sus
trabajos, y sin dudarlo, debo confesar que me enamoré del libro “La vida
privada de las mujeres alemanas del Volga”, un trabajo que desde la humildad de
su autor llega a convertirse en un acertadísimo estudio sociológico sobre los
inmigrantes. Un trabajo que considero fundamental para comprender el pasado,
pero mucho más importante para alcanzar a analizar con mayor criterio este
presente, muy marcado aún por los tabúes, los miedos, las influencias
religiosas, los secretos inconfesables y los paradigmas que atravesaron a las
familias de los colonos y especialmente a sus mujeres, sometidas a situaciones
que explican mucho de lo sucedido.
Cinco años
para un emprendimiento gráfico no es poca cosa. Sé, por experiencia personal,
lo tremendamente difícil y costoso que es hacerlo, por eso no puedo menos que
celebrar y congratularme de que Julio César lo haya logrado.
E invito a
todos quienes puedan hacerlo, a que este aniversario no se limite a una mera
felicitación formal y se transforme en el aporte necesario para permitir que un
suceso tan importante como “Hilando Recuerdos” siga siendo esta trascendente
obra que por lo menos a mí, como suarense, me emociona y enorgullece.
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