Rescata

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martes, 26 de marzo de 2024

Así vivían nuestros abuelos, los alemanes del Volga

 Vivíamos en una casa de adobe muy precaria. Cuando soplaba viento fuerte nos metíamos debajo de la mesa y de las camas del miedo que teníamos de que se volara el techo. Las chapas hacían un ruido terrible. Pasamos muchas madrugadas temblando de pánico. Éramos tan pobres que tengo que confesar que pasamos frío y hambre. Comíamos pan casero untado con grasa espolvoreada con azúcar, cuando había azúcar y sino así no más. Varias noches vi llorar a mi madre en silencio mientras veía como sus hijos nos repartíamos la poca comida que había para cenar. A veces, muchas veces, no alcanzaba para llenar la panza de todos. Mamá y papá se quedaron muchas noches sin cenar. Nunca voy a olvidar sus miradas tristes y sus ojos llenos de lágrimas, sufriendo de hambre, de dolor y de impotencia por no poder darnos una niñez mejor. Mi pobre padre trabajaba todo el día en un campo cerca de la colonia pero lo que le pagaban no alcanzaba para alimentarnos y vestirnos a todos: mamá, papá y diez hijos. Además, los ricos de la colonia tampoco eran tan generosos como para pagar un sueldo acorde a lo que papá laburaba. A veces, nos ayudaban los vecinos, con lo que les sobraba, que tampoco era tanto. Llegaban con fuentes de guiso, sopa, chorizos o pedazos de carne de alguna carneada. Esos días eran de fiesta para nosotros. Comíamos hasta reventar.
La ropa pasaba de un hermano a otro y hasta que llegaba a mí, los pantalones lucían grandes remiendos y las alpargatas enormes agujeros tapados con cartón. En invierno pasamos frío. Jamás tuvimos suficiente leña. Nunca pudieron comprarme un saco. Y de noche, en la cama, nos abrigábamos con mantas que mamá cocía con tela de bolsas de arpillera. Los colchones estaban rellenos de lana de oveja y otros, simplemente de paja de trigo. Los varones dormíamos en una sola cama y las mujeres en otra. Nos dábamos calor unos a otros. Tampoco había demasiado lugar. La casa era pequeña. Una cocina y dos ambientes. El lujo no existía. Una cocina a leña para cocinar y calentar el ambiente cuando sobraba leña, una mesa de madera grande, unas cuantas sillas, un mueble fabricado por papá para guardar los enseres de cocina y apenas una o dos chucherías más. Del techo colgaba una lámpara a kerosén para alumbrar las oscuras noches de invierno.
Sufrí mucho y, sin embargo, recuerdo mi infancia con cariño. Siento nostalgia al hablar de ella. Añoro aquellos años en que la vida era simple y en que éramos felices con poco o casi nada. Recuerdo que recibir un plato de comida de un vecino de algo que no comíamos hacía tiempo, se transformaba en una fiesta. Valorábamos mucho todo. Sabíamos que todo costaba mucho sacrificio. Las cosas no caían del cielo. Había que trabajar y esforzarse para tenerlo. Y había que hacerlo desde muy niño. Yo empecé a trabajar en el campo a los ocho años. Ayudaba a mi padre en todo lo que podía. Terminaba cansado. Destrozado. Pero no me quejaba porque sabía que ese era mi deber y eso era lo que se esperaba de mí.

domingo, 24 de marzo de 2024

Así celebraban la Semana Santa los alemanes del Volga

Kleis, una de las consumidas que más
cocinaban el Viernes Santo,
día de ayuno y abstinencia total de carne
La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos, una de las conmemoraciones más importantes para la cristiandad.
Muchos fieles van a misa con ramos de olivo -símbolo del recibimiento de Cristo en Jerusalén- para que sean bendecidos. Portando esas palmas y ramos se organiza una procesión, en recuerdo de la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén. En tanto que, durante la Semana Santa propiamente dicha, se celebraban tres ritos solemnes para evocar la pasión, muerte y Resurrección de Jesucristo. El Jueves Santo: la institución de la eucaristía; el Viernes Santo: las lecturas de las Sagradas Escrituras, oraciones solemnes, y la veneración de la cruz rememoraban la crucifixión de Cristo; y el Sábado Santo: conmemoraba el entierro de Cristo; los oficios de vigilia de medianoche inauguran la celebración de la Pascua de Resurrección.
Con el Domingo de Ramos se evoca la entrada de Cristo en Jerusalén. Según la fe católica, el pueblo judío le dio la bienvenida agitando ramos de olivo. A partir del jueves próximo -día que se conmemora la Ultima Cena- la liturgia religiosa adquiere mayor importancia. El viernes santo se evoca el tormento de Cristo en su marcha hacia el Calvario y el domingo, con la Pascua de Resurrección, se festejará el paso de la muerte a la vida del Hijo de Dios.
La Pascua constituye el fundamento sobre el cual se asienta y gira toda la vida del cristianismo. Es festejada por millones de fieles en todo el mundo y el Papa da la bendición en una misa urbi et orbi desde la Basílica de San Pedro.
La ley del ayuno la observaban los antiguos con sumo rigor. No contentos con cercenar la cantidad del alimento, se privaban totalmente de carnes, huevos, lacticinios, pescado, vino y todo aquello que el uso común consideraba como una gratificación. Hacían sólo una comida diaria, después de la misa, que terminaba al declinar la tarde; y esa única comida solamente consistía en pan, legumbres y agua, y, a veces, una cucharada de miel. Con la particularidad que ninguno se eximía del ayuno, ni aún los jornaleros, ni los ancianos, ni los mismos niños de más de doce años de edad; tan sólo para los enfermos se hacía una excepción, que debía ser refrendada por el sacerdote. A estas penitencias añadían otras privaciones, tales como la continencia conyugal, la supresión de las bodas y festines, de las reuniones del Consejo del Pueblo, de los juegos, recreos públicos, caza, deportes, etc.
De este modo se santificaba no ya solamente en el templo, como ahora, sino también en los hogares, y hasta en todos los lugares tanto de trabajo como de diversión. Es decir, que el espíritu de Semana Santa tutelaba la vida de toda la sociedad cristiana aldeana.
Los templos se veían privados durante los oficios cuaresmales del alegre Aleluya, del himno Angélico Gloria in excelsis, de la festiva despedida Ite missa est, de los acordes del órgano, de los floreros, iluminaciones y demás elementos de adorno, los crucifijos y las imágenes, que se cubrían con telas de color morado. El contenido exterior de la liturgia acentuaba los cantos graves y melancólicos del repertorio gregoriano y el frecuente arrodillarse para los rezos corales.
Durante la Semana Santa, las colonias cambiaban totalmente su aspecto. No se oían los suaves acordes de los “Schnerorgellier” y los colonienses que andaban por las calles lo hacían en profundo silencio.
El Jueves Santo, durante la Misa, en que se celebraba la Ultima Cena de Cristo y la ceremonia de lavar los pies para rememorar el lavado de pies de los discípulos de Cristo, el templo quedaba de pronto en silencio y a oscuras: súbitamente los fieles comenzaban a entonar el himno sagrado Gloria in excelsis al tiempo que comenzaban a repicar todas las campanas (que se “volaban” y permanecerían mudas hasta el sábado a la noche, cuando “regresarían”, haciendo el mismo estruendo que ensordecía a toda la colonia). Desde ese momento, solamente las matracas (Klapperer) de los campaneros anunciaban el inicio de la misa, durante los dos días subsiguientes.
El Viernes Santo, los fieles concurrían a misa vestidos de colores oscuros o de negro. Se conmemoraba la muerte de Jesucristo. Era un día dedicado a la penitencia, el ayuno y la oración. La liturgia se componía de cuatro partes diferenciadas: lecturas bíblicas y oraciones solemnes, incluyendo la lectura de la Pasión según san Juan, la adoración de la cruz, la comunión de los fieles y las devociones populares. También se realizaban procesiones por las calles, en las que los niños iluminaban su camino llevando en las manos farolitos (Fackellier), adornados con papel crepé, entonando cánticos religiosos y orando devotamente. En muchas esquinas se instalaban pequeños altares preparados por los vecinos.
El Sábado Santo por la noche, se hacía el remedo de quemar a Judas, el traidor de Jesús. Y el Domingo de Pascua se asistía a misa con los corazones alborozados para celebrar la resurrección del Señor.
Al atardecer se organizaban animadas tertulias y bailes. Hecho que se reiteraba los lunes y martes. Siempre con una masiva participación popular.

martes, 19 de marzo de 2024

The gastronomy book of the Volga Germans

 Now in English! The gastronomy book of the Volga Germans that rescues more than 150 traditional recipes. The book is about to out of print its fifteenth edition in Spanish. Five years of research by the writer Julio César Melchior.

The book is divided into ten chapters and rescues more than one hundred and fifty traditional recipes of the Volga Germans, compiled by the writer over several years of research.
It contains the recipes and the secret to elaborate traditional menus: typical meals, soups, cakes, breads, jams, cheeses, preserves, beers, wines, liquors and dozens and dozens of other recipes, to elaborate any of the traditional dishes that make up the traditional gastronomy. With images of the most popular dishes. Email: writerjuliocesarmelchior@gmail.com
A book to give as a gift and to be given yourself, to keep and treasure, a book that should not be missing in any kitchen. A work that revalues, rescues, disseminates and keeps alive the gastronomic identity of the Volga Ge

viernes, 15 de marzo de 2024

El horno de barro y los Dünnekuchen de la abuela

Fotografía de noticiasd.com
Don José encendió el horno de barro, que él construyó con sus manos, hace cuarenta y ocho años, cuando se casó con doña Elvira y se mudó a la casa. Lo hizo con tallos secos de cardo y unas pocas astillas cortadas con el hacha de manera fina y prolija. Sobre esto había colocado ramas más gruesas y pequeños troncos para generar no solamente abundante llama sino, una vez consumido, carbón para distribuir uniformemente en el interior del horno.
En el interior de la casa, doña Elvira trabajaba denodadamente con sus manos, un mazacote de harina, huevos, crema y varios ingredientes más, que tenía sobre la mesa, rodeada de varias fuentes que esperaban su turno para ser llenadas y llevadas al horno. Mientras el reloj marcaba las cuatro y media de la mañana, tomó el palo de amasar. Con paciencia, delicadeza y no sin esfuerzo físico, fue trabajando la masa y distribuyéndola equitativamente en las fuentes. Finalmente tomó una sartén de la cocina a leña para concluir poniendo sobre la masa, anteriormente distribuida en todas las fuentes, una cobertura de grumos. Ya estaban listos los Dünnekuchen para ser llevados al horno, una vez que hubieran levado lo suficiente.

domingo, 3 de marzo de 2024

¡Santa María logró batir su propio récord! Un strudel de 71,90 m en este domingo inolvidable!!

 Felices de poder compartir con todos los que nos visitaron y con quienes nos acompañan de forma virtual, les dejamos las imágenes de lo que fue la medición de la elaboración final del Strudel que en poco tiempo se va a proceder a cortar y a repartir para que todos los amigos que nos visitaron puedan probar y degustar esta delicia.
No olviden que la receta del Strudel y sus variedades, una mas exquisita que otra, la encuentran en mi libro "La gastronomía de los alemanes del Volga", que rescata mas de 150 recetas tradicionales de la cocina de las abuelas. Es un legado que permanecerá por siempre en cada familia.


Una obra de restauración sin igual

 En el marco de la 9º edición de la Strudel Fest tres vecinos de la localidad, el Sr. Alberto Beier, el Sr. Cesar Schwerdt y el Sr. Cito Reeb y un grupo de colaboradores, realizaron la presentación de un carro del año 1877 que fue realizado en su totalidad por el, ya fallecido, Sr. Don Alejandro Streitenberger Maier, un personaje sin igual (historiador, escritor, inventor, músico, entre muchas otras cosas) de pueblo Santa María. En esta oportunidad el carro que se encontraba fuera de circulación, fue restaurado y puesto en marcha por estos tres vecinos que en un trabajo mancomunado que les insumió al menos tres años y con la colaboración de otros integrantes del pueblo que hicieron posible este hecho, se presentaron en el escenario principal desfilando con este carro que es testigo viviente de lo que fue su gente y sigue siendo hoy día. Ingenio, trabajo en equipo, tenacidad, fuerza de voluntad y espíritu solidario hacen posible este acontecimiento trascendental para la identidad y el rescate de lo que fue la vida en esta colonia. Como se rescata en palabras las vivencias, costumbres y tradiciones de las aldeas y colonias fundadas por alemanes del Volga en mi libro “Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga”. Una obra literaria que consta de dos partes, la primera la recopilación de vivencias, costumbres, tradiciones, relatos históricos de pobladores que nos han dejado sus vidas como ejemplo y la segunda parte del libro una muestra fotográfica de época de lo que fue la vida en las aldeas y colonias de la provincia de Buenos Aires. Un libro histórico imperdible y digno de leer para todo descendiente de alemanes del Volga.



Fotografías de María Claudia Melchior

Fotografías de los ganadores del Torneo de Koser que se llevó a cabo ayer

Compartimos las fotografías de las parejas ganadoras del multitudinario Torneo de Koser que sedesarrolló ayer en la Plaza del Inmigrante- Paseo Juan Carlos Roht con motivo de la 9º edición de la Strudel Fest, que se está llevando a cabo en Pueblo Santa María, Coronel Suárez, provincia de Buenos Aires.
Felicitaciones a los ganadores y a los organizadores del evento.
También felicitaciones a los organizadores por mantener vivo el juego tradicional de nuestros ancestros, juego, para los que deseen aprender a jugarlo, rescato en mi libro "La infancia de los alemanes del Volga". 



Fotografías de María Claudia Melchior

miércoles, 28 de febrero de 2024

La aldea siempre fue nuestra patria cotidiana

Pueblo Santa María, Partido de Coronel Suárez, Provincia de Buenos Aires
 La aldea era la patria de nuestra infancia, con sus casas típicas, sus costumbres, su lengua y sus familias integradas por personas de bien, de palabra, que mantenían el compromiso asumido durante toda la vida.
Por eso los almacenes vendían su mercancía a crédito, anotando lo que el cliente se llevaba en una libreta, deuda que recién se cancelaba a fin de mes, cuando el papá cobraba su sueldo en el campo.
Se cocinaba todos los días y varias veces al día, usando productos caseros de la huerta, y amasando los propios fideos. Y se compartía la mesa con los padres, tíos y abuelos, y la comida que sobraba se reservaba para los vecinos, porque el barrio y la aldea eran una gran familia.
Los juegos de los niños en verano eran a la tardecita, cuando los mayores se sentaban en la vereda a tomar fresco. Se jugaba a la rayuela, a la escondida, a la mancha, a la farolera, a los Kosser, a la payana.
La vida en la aldea era sencilla pero hermosa, donde todos se conocían, los familiares y amigos se visitaban después de cenar, comían girasoles, conversaban sobre los trabajos que se realizaban en los campos, los niños que nacían, proyectaban el futuro para sus hijos y, en definitiva, eran felices. 

sábado, 24 de febrero de 2024

Se viene la 9° edición de la Strudelfest

Una fiesta con grandes y populares eventos que se llevará a cabo en Pueblo Santa María, Partido de Coronel Suárez, Provincia de Buenos Aires, durante el primer fin de semana de marzo, sobre la Avenida 11 de Mayo y en La Casa del Fundador".




Programa de “La Casa del Fundador”

Sábado 2 de marzo:
 Visita a Casa Museo: durante todo el día las puertas abiertas de la primera casa de la colonia mostrando como vivían nuestros abuelos y recordando historias de antaño.
 En el patio: Poder recorrer nuestro amplio patio y disfrutar de una merienda bajo la sombra de nuestro parque forestado escuchando toda la música típica.
Juegos típicos: distintos atractivos para los chicos y grandes con juegos tradicionales.
 Por la tarde 17 hs.: se encienden nuestros hornos de barro (Backhouffen), siendo un show único en su tipo para cocinar la más exquisitas comidas típicas.
Por la noche 21.30 hs:
 Cena en nuestros salones comedor. Menú: típico de carne y papas al horno de barro, ensalada, Füllsen, vinos, gaseosas, agua, cerveza artesanal Fundador, postre Strudel Gedehendes . la mejor música alemana a cargo del profesor Carlos Polak y videos históricos en pantalla. Previa reserva.
Reservas al 414425
 Cena en nuestro patio cervecero. Menú: carne tiernizada y papas al horno. Bebidas varias acompañadas por la mejor música típica en un predio totalmente iluminado.

Domingo 3 de marzo:
 8 hs.: se encienden nuestros hornos de barro (Backhouffen), siendo un show único en su tipo para cocinar la más exquisitas comidas típicas.
 Visita a Casa Museo: durante todo el día las puertas abiertas de la primera casa de la colonia mostrando como vivían nuestros abuelos y recordando historias de antaño.
 Estacionamiento gratuito dentro de nuestro predio para poder estar más cerca de los espectáculos y escenarios de la StrudelFest.
 En el patio: Poder recorrer nuestro amplio patio y disfrutar de una merienda bajo la sombra de nuestro parque forestado escuchando toda la música típica.
 Juegos típicos: distintos atractivos para los chicos y grandes con juegos tradicionales, inflables para chicos y no tan chicos además de otros juegos.
 Almuerzo en nuestros salones comedor. Menú: Menú típico de carne y papas al horno de barro, Füllsen, vinos, gaseosas, agua, cerveza artesanal Fundador, postre Strudel Gedehendes . la mejor música del acordeón de Carlos Polack y videos históricos en pantalla. Reservas al 414425
 Mediodía Patio, comidas tradicionales: carne tiernizada al horno y papas al horno.
 Bebidas: cerveza varias, cerveza artesanal “Fundador” alemana, agua, gaseosas.
 Por la tarde:
• Venta de Kreppel, Füllsen y Strudel Gedehende.
• Inflables, toro mecánico y demás atractivos para los más chicos.
Espectacular fin de semana para que toda la familia disfrute de una jornada como el equipo de “La Casa del Fundador” te sabe brindar.

martes, 13 de febrero de 2024

La infancia de los Alemanes del Volga

 Una latita de sardinas oxidada encontrada revolviendo la basura de la familia pudiente de la
aldea, era el autito, en realidad un camión, como el que tenía dl vecino de la otra cuadra de mi casa y que trabajaba en una empresa constructora.
Imitaba el sonido del camión y al tarrito lo cargaba con tierra para construir los caminos y puentes que surgían de mi imaginación. También transportaba agua para afirmar la tierra y piedritas para dar forma a las rotondas.
Otras veces, la latita se transformaba en carro y la enganchaba a dos Koser, que imaginaba dos potentes caballos que arrastraban los cereales que cargaba. Podían ser arvejas o porotos que a hurtadillas sacaba de la alacena de la cocina, bien ocultos, en los bolsillos. Semillas que después olvidaba y al mes nacían plantas de porotos por doquiera.

sábado, 10 de febrero de 2024

La huerta familiar, un clásico del verano

La familia alemana del Volga, como la de todos los inmigrantes que hicieron grande a este país, eran expertos en huertas, en generar sus propios alimentos, en comprar lo menos posible en los almacenes de ramos generales. Las aldeas se autoabastecían completamente. No solo eso, sino que aprovisionaban productos de verano para pasar los largos y crudos inviernos.
Las huertas tenían canteros de todo tipo de vegetales, hortalizas y verduras, que se mantenían limpios de yuyos, para lo que se usaba la pala, la azada y el rastrillo, producción que era regada a la mañana temprano y a la tardecita, con la colaboración de todos los integrantes de la familia, con la regadera y enormes baldes, generalmente sacando agua de un tambor que se llenaba con la bomba o con el molino, para que adquiera temperatura ambiente.
En el centro de la huerta se colocaba un espantapájaros, usualmente confeccionado con un saco y un sombrero viejo, y sobre algunos canteros, como los de la lechuga y de la remolacha, por ejemplo, se colocaban rectángulos de alambre tejido o hilos con tiras de cintas de colores, para que los pájaros no se vayan comiendo las plantitas mientras nacían. Asimismo, la huerta estaba cercada con alambre, para evitar que las vacas, las ovejas o cualquier otro animal doméstico ingresara para hacerse un festín, con tanta variedad de plantas y tonos de verdes.
De la producción que sobraba, luego del consumo familiar y de compartir con parientes, amigos y vecinos, se cosechaban y se trabajaba para llenar grandes barriles con Sauerkraut (chucrut) y Sauerkumer (pepinos en conserva), además de hacer otras variedades de conservas y encurtidos, cuyas recetas y secretos llegaron hasta nuestros días.

jueves, 8 de febrero de 2024

Die Blater (la bosta de vaca)

 Juan descargaba los Blater (bosta de vaca) del carro tirado por dos caballos sobre la carretilla, después la conducía al interior del Schepie (galponcito de chapa), donde, con meticulosa paciencia, los estibaba. Después regresaba con la carretilla vacía rumbo al carro para repetir la operación una y otra vez, hasta vaciar el carro.
Tarea que le llevaría toda la tarde, como le sucedió ayer. A la mañana salía al campo de un chacarero conocido en compañía de toda la familia, esposa y los hijos, hasta los más pequeños, a juntar y cargar la bosta al carro, almorzar un poco de pan con chorizo seco, algo de carne, unos mates, y emprender el regreso para volver a descargar y estibar en el Schepie.
Así, día tras día, durante una semana entera. En pleno mes de enero, en la época de más calor. Era menester aprovechar el tiempo seco y los días libres en el campo. Todos terminaban con las manos callosas y llenas de espinas.
La idea, como la de la mayoría de los colonos de la aldea, era acopiar suficientes Blater para pasar el frío invierno. Era necesario mucha cantidad de Blater para alimentar la cocina a leña durante toda una jornada, para cocinar varias veces al día y mantener el ambiente caliente.

Más tradiciones, costumbres y recuerdos en mi libro "Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga".

jueves, 25 de enero de 2024

Conservar nuestro sentido de pertenencia y con ello nuestros valores que nos identifican como descendientes de alemanes del Volga

Rescatar y revalorar la cultura ancestral de nuestra colectividad es identificarnos con nuestras raíces más profundas para comprender nuestra identidad personal y definir conceptualmente el por qué somos como somos individual y comunitariamente. Es saber el por qué de nuestra fuerza de voluntad primigenia, ese sentido tan arraigado de sentirnos capaces de enfrentarnos a cualquier dificultad y vencerla, esa contracción al trabajo y al esfuerzo puestos al servicio del crecimiento con dignidad y honestidad.
Por eso es importante tomar consciencia de que las personas mayores tanto como los escritores dedicados a investigar el pasado de los pueblos son de vital importancia para la recopilación de información del ideario colectivo como fuente de conocimiento y esencia de identidad, para mantener nuestra verdadera esencia, nuestro sentido de ser, nuestro origen, nuestra historia, nuestro sentido de pertenencia y con ello nuestros valores que nos identifican como descendientes de alemanes del Volga.

En búsqueda de nuestra identidad

 Desentrañar el por qué de nuestra identidad: por qué somos como somos, por qué nos gustan las cosas que nos gustan, por qué nos comportamos como nos comportamos… preguntas cuyas respuestas nos definen no solamente como personas individuales sino también seres humanos que integran una sociedad multicultural, como la Argentina, construida sobre la base de un crisol de razas.
Para encontrar las respuestas a todas estas preguntas es fundamental mirar hacia el pasado, dialogar con nuestros mayores, escuchar lo que nos tienen para contar de sus experiencias de vida, y leer libros que tratan el tema, que lo profundizan, que aportan detalles y datos, como los de Julio César Melchior:
.- "Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga"
.- "La infancia de los alemanes del Volga"
.- "La vida privada de la mujer alemana del Volga"
.- "La gastronomía de los alemanes del Volga".

sábado, 6 de enero de 2024

Una tradición perdida (Día de Reyes en las aldeas y colonias fundadas por descendientes de alemanes del Volga)

 Cada 6 de enero, jornada en que se conmemora el Día de Reyes en las aldeas y colonias fundadas por descendientes de alemanes del Volga, se llevaba a cabo una tradición que se denomina “gross neujahr” que en su traducción literal puede leerse como Año Nuevo Grande.
Su desarrollo estaba a cargo de los hombres, que salían con el amanecer a recorrer los hogares de familiares y amigos a desear feliz año a cambio de un Schnaps, es decir, una copita de licor casero o algún símil.
En cada vivienda se los recibía con entusiasmo y alegría, en las que no faltaban la música y las canciones picarescas. Sobre todo, a medida que avanzaba la mañana, las reuniones y los Schnaps se multiplicaban, y el licor comenzaba a hacer su efecto.

Las fiestas de fin de año: costumbres y tradiciones

Las fiestas, celebraciones, conmemoraciones y ritos comenzaban al aproximarse el final de noviembre, cuando se iniciaba el mes de Adviento, con el que se preparaban las almas para recibir al Niño Jesús el 25 de diciembre, noche en que toda la comunidad, quedando exceptuados los enfermos, asistía a la medianoche a la Misa de Gallo o Mette, después de la cual, habiendo regresado las familias a sus hogares, recibían la visita del Pelznickel y el Christkindie, siendo el primero una especie de ogro que hacía expirar sus culpas a los niños traviesos y la segunda, un hada buena simbolizando el amor que Jesús traía al mundo con su nacimiento.
Los festejos continuaban el primer día del nuevo año, cuando los niños, en tropel, recorrían las aldeas y colonias desde el amanecer, a desear, a desear un venturoso Año Nuevo a familiares y amigos, recitando antiguos versos compuestos para tan trascendente ocasión.
Y finalizaban el Día de Reyes, con el “gross neujahr” tal como ya describimos en detalle al inicio de esta nota, cuando explicamos que el “gross naeusjahr” era el Año Nuevo Grande.

viernes, 5 de enero de 2024

Hoy cumple años Colonia Hinojo, la colonia madre de los alemanes del Volga

Un 5 de enero pero de 1878 se fundaba Colonia Hinojo, en el partido de Olavarría, provincia de Buenos Aires, el primer asentamiento alemán del Volga en la República Argentina. Los fundadores habían nacido en la aldea Kamenka. Traían consigo su lengua, su arquitectura, sus costumbres, sus tradiciones y su idiosincrasia. Un legado cultural que conservan con orgullo sus descendientes. La colonia madre fue fundada, entre otros, por Andrés Fischer, Jorge Fischer, José Kissler, Miguel Kissler, Andrés Kissler, Pedro Pollak, José Simon, Juan Schamber, Jacobo Schwindt y Leonardo Schwindt, acompañados por sus esposas e hijos.

Todavía se conservan algu­nos testimonios de esas primeras épocas, como por ejemplo un breve manuscrito que el Schulmeister José Gottfried encontró en la iglesia local. Se lee allí que: "Duros fueron los primeros tiempos, nos decían nuestros abuelos (...) primero el idioma (...) los pajonales (sic), no se divisaba más que unos metros y el poco tiempo transcurrido de la con­quista de (sic) desierto siempre quedaban algu­nos indios los hombres (que) tenían que (ir) a sus chacras a trabajar (ilegible. Quizá: "les temían").
Con mejor sintaxis pero con datos parecidos, informa a su vez esta otra reseña: “Llegaron hasta un lugar llamado San Jacinto. Lo único que respondía a ese nombre eran los pa­jonales, donde los patriarcas permanecieron unos dos años, debiendo organizar continuamente guar­dias, armados con implementos antediluvianos pa­ra defenderse de los malones indios."
De cualquier forma, los rastros de esta primera fundación prácticamente se han perdido.
“A raíz de algunos conflictos sus­citados con otro grupo de colonos, en este caso franceses esta­blecidos en la zona acogida por la misma ley de colonización, los alemanes solicitaron y obtuvieron el permiso para trasladar­se a un kilómetro de distancia”, escribe Olga Weyne.
Acordado este permiso, desmontaron todas las viviendas para trasladarlas al nuevo destino, al cual llegaron pocos días después nuevos emigrantes del Volga en cantidad bastante apreciable.
Así quedó fijado el lugar definitivo de co­lonia Hinojo.
Como las familias estaban formadas por personas todavía jóvenes y los hijos eran nume­rosos, tanto los hombres como las mujeres, al principio, tuvieron que realizar tareas sumamen­te agobiadoras, no sólo en la casa sino también en el campo. Uno de los más jóvenes principian­tes, el primer año, contra viento y marea pudo sembrar de cuatro a cinco hectáreas; el segundo año anduvo mejor y llegó a las 14 hectáreas.
Después de fundarse la colonia de Hinojo, se desplazó otra corriente inmigratoria desde el Volga y unas veinte familias fundaron la colo­nia Nievas, llamada también Holtzen. El cielo los favoreció y, obteniendo buenas cosechas en los años siguientes, pudieron acomodarse bien. La producción abundante de la hacienda sumó nue­vos ingresos, que fortalecieron la economía que ya tomaba bases sólidas.
Estas circunstancias estimularon su progreso y dos años más tarde se fundó colonia San Miguel.
Los colonos orientaron sus ac­tividades hacia las dos ramas fundamentales del campo: agricultura y ganadería. Las chacras de las tres colonias contaban con pasto muy bueno para la hacienda. Ese fue un factor de peso pa­ra que algunos se consagraran con preferencia a lo último, por lo cual podía observarse chacras que contaban hasta con mil y dos mil cabezas de animales, entre vacunos, lanares y equinos.

sábado, 30 de diciembre de 2023

Quién se acuerda de esta tradición de Año Nuevo: Wünsche gehen?

 “Cuando éramos niños, el día de Año Nuevo era para nosotros una jornada de fiesta” -recuerdan
los más ancianos de la colonia. “Salíamos a visitar a toda la parentela vor wünsche (para desear feliz Año Nuevo). Entrábamos en todas las casas para desear un feliz comienzo de año a todos los integrantes de cada familia, y ellos, a cambio, nos obsequiaban masitas caseras, unas golosinas, escasas en aquel tiempo, y un poco de dinero, cuando había. Para los niños humildes de la colonia era, quizás, la única fecha del año en que recibían una golosina. Por eso no dejábamos de visitar ningún pariente ni amigo. Con cada regalo armábamos un paquetito que llamábamos Pindle: poníamos las golosinas en el centro de un pañuelo y uníamos sus cuatro puntas mediante un nudo”.


Así comenzaban Año Nuevo los niños de la colonia

El primer día del año los niños se levantaban bien temprano a la mañana, casi con el amanecer, para saludar a sus padres deseándoles feliz año nuevo, recitando un poema varias veces centenario y de autor desconocido, que dice así: Vater und Mutter ich wünsche euch glückseeliges neusjahr, langes leben und Gesundkeit; frieden und einigkeit und nach eren Tod die ewige klückseeligkeit”. “Das wüsnsche mir dir auch”, respondían mamá y papá mientras les obsequiaban algún presente.
Cumplido este ritual, los pequeños salían a visitar a parientes y amigos para también desearles la felicidad en el año nuevo que comenzaba. Pero esta ocasión el poema era otro: glück und segen / auf allen Wegen! / Frieden im Haus / jahrein, jahraus! / In gesunden und kranken Tagen / kraft genung, Freud und Leid tragen! / Stets im Kasten ein stücklein Brot, / das geb’ uns gott!
Al finalizar la jornada todos los niños de la colonia, sobre todo los más humildes, se sentían dichosos con la enorme cantidad de regalos que lograban reunir tras una larga jornada de “trabajo”, visitando tíos, abuelos y demás parientes (Autor: Julio César Melchior).

domingo, 24 de diciembre de 2023

¡Feliz Navidad!

 Es mi deseo que esta Nochebuena nos encuentre a todos juntos alrededor de la enorme mesa familiar, celebrando el nacimiento del Niño Jesús, tal como lo hacían nuestros ancestros, con los corazones plenos de alegría y bienestar, compartiendo el don supremo de estar unidos y agradecidos al Señor por los dones recibidos y por los que vendrán.¡Feliz Navidad!

jueves, 21 de diciembre de 2023

¡Das Christkindie kommt!

 ¡Ahí viene! ¡Ahí viene!
El niño Jesús
caminando por las calles
de la humilde colonia.

Va vestido de blanco,
las manos llenas de golosinas,
a visitar a los niños,
a consolar sus corazones.

Llega después del Pelznickel,
a secar las lágrimas,
que el viejo barbudo
hizo brotar con sus cadenas.

Ahí viene el Pelznickel

 Por las calles oscuras,
en la Nochebuena,
va de casa en casa,
el Pelznickel.

Un colono disfrazado
con el Pelz del abuelo,
de la época de la arada,
cuando caían las grandes heladas.

Sus gritos guturales,
su arrastrar de cadenas,
asusta a los niños,
que lo aguardan llenos de miedo.

Porque ya en la casa,
los hace arrodillar,
sobre granos de sal,
para sus travesuras expiar.

Y los obliga a rezar,
una y otra vez,
mientras los pobres niños,
lloran, aterrados, sin parar.

miércoles, 13 de diciembre de 2023

Eran otros tiempos, las aldeas de los alemanes del Volga

La pintura que retrata el texto 
es de Franz Haussler (1845-1920)
 Los pueblos alemanes, en otros tiempos, otros días, otras horas, allá lejos en la historia, eran localidades totalmente diferentes. Con otras tradiciones. Otras costumbres. Las personas vestían y vivían de otra manera. La existencia se desarrollaba apacible y tranquila. Por las calles de tierra trajinaban su pregón el vendedor de pan, carne, verduras, frutas y otros productos domésticos, cada uno con su carro característico: el carro lechero, carnicero ,verdulero, etc. Se conversaba en alemán a toda hora y en todo momento. En los hogares, en la escuela, en la iglesia, en las calles... Para comprar; para vender; para celebrar; para reír contando un chiste; para llorar relatando un recuerdo; siempre se recurría a la lengua alemana. No había otra; no se precisaba ni era necesario.
Sí, eran pueblos diferentes. Pueblos en los que la familia se reunía en torno a la mesa después de la cena a compartir relatos de trabajos que habían realizado durante la jornada, para después rezar en comunión y unidad; o cantar canciones tradicionales al ritmo de la verdulera; saborear Kreppel; en fin, vivir la vida con sencillez y profundidad, disfrutando de cada momento. Sin tanto lujo, tanto consumismo, sin pretender tener más que el vecino, sin tantos utensilios innecesarios que sólo llenan el hogar de artefactos eléctricos y lujo material pero lo vacían de lo esencial: la solidaridad.

domingo, 10 de diciembre de 2023

¿Te acordás del Pelznickel?: las tradiciones navideñas de los alemanes del Volga

Entrevista al escritor
Julio César Melchior,
realizada por

lanuevaradiosuarez.com.ar
 Los descendientes de los alemanes son poseedores de una riquísima tradición para estas fechas festivas que cierran el año, que traen noticias con esperanzas renovadas del nacimiento del Niño Dios y la posterior llegada de los Reyes Magos.
¿Cómo se vivía esta importante etapa del año? Esta pregunta La Nueva Radio Suárez se la hizo a Julio César Melchior, escritor sobre la historia, costumbre y tradiciones de los Pueblos Alemanes. 
En el principio, se refirió a San Nicolás, “que se conmemora todos los 6 de diciembre. Fue un obispo católico que vivió en el siglo IV. A partir de sus obras, con el transcurrir de los siglos, fue derivando en lo que hoy conocemos como Papá Noel”.
Claro que Papá Noel, indica, se terminó de consolidar a fines del siglo XIX, más toda la impronta del siglo XX a partir de la utilización de esta imagen de una popular fábrica de gaseosa. “Esto derivó después, para las Colonias, en lo que se conoce como el Pelznickel”. 
Explica que la Navidad y el Año Nuevo de los alemanes del Volga tienen una fuerte presencia religiosa, pero, a su vez, “deriva en una celebración familiar y social. Porque la costumbre de la Navidad, en cada Noche Buena, era concurrir toda la familia a misa, a las 12 de la noche. No estaba la costumbre del brindis y todo eso, porque se cenaba antes de ir a misa”.
Explica Julio César que “al regresar a casa, la familia esperaba la llegada del Pelznickel, que no era más que otro colono disfrazado con un sobre todo, por lo general negro, con botas de campo, una barba hecha con lo que encontraba, un sombrero”. Hay que tomar en cuenta el contexto: Julio César recuerda que en aquel momento no había iluminación eléctrica en las calles. “Se lo oía llegar de lejos, porque venía gritando sonidos guturales y arrastrando la cadena más pesada que pudiera encontrar para que escuchara sus ruidos. Hay que transportarse a esa época, los chicos entraban en pánico”.
Es que ese personaje ya sabía de antemano “las travesuras que los niños habían cometido durante el año -a instancia de los padres-, por lo que al ingresar a la casa preguntaba, ¿dónde están los chicos malos? Y los interroga”.
Los niños se escondían tras las faldas de la madre, debajo de la mesa, en el mejor escondite o buscaban escaparse. “El que había cometido alguna falta los hacían rezar, los pasaban por todas las oraciones. Era un momento complicado. Algunos traían una ramita y había algún castigo”.
Cuando este tenebroso personaje abandonaba la casa, “llegaba el Christkindie, que sería como el Niños Jesús. Generalmente era una niña, vestida de blanco, que traía golosinas. Era como representar el bien y el mal. Uno el castigo, el otro la resurrección, la vida nueva, empezar el año limpio”.
Estas representaciones fueron recuperadas en algún momento y se hicieron muy buenas representaciones, de la mano de alguna de las instituciones de los Pueblos Alemanes, hace unos años atrás.
Más vale que ambos personajes dentro de las tradiciones era una presencia intangible, traída por los padres y mayores en general, ante la travesura de los niños de la casa, recordándoles que para fin de año llegaban uno y otro. “Es como en otras culturas, el famoso ‘Cuco’. A los niños se los asustaba de esa manera. ‘Portate bien que va a venir el Pelznickel y te va a llevar’, le llegaban a decir”.
En los primeros tiempos de la Colonia, “aparecía en todos los hogares. Lo que por ahí no aparecía era la presencia del Christkindie. Pero el Pelznickel aparecía en todos los hogares” relata Julio César, aclarando que él no lo llegó a vivir. 
Pero tiene una anécdota de un amigo, mayor que él. “A mi amigo el Pelznickel le quiso llevar la hermana, porque siempre se peleaban, y todavía lo recuerda. Pasaron los años y cada Navidad lo recuerda”.